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El poder curativo del bosque

  • por Mauricio Maldonado Santos
  • 05 jul, 2018

Las entradas del blog son un medio maravilloso para darse a conocer en la comunidad y compartir su opinión. Le presentamos las 10 razones por las que debería gustarle escribir entradas en un blog.

Bajo las copas de los árboles se crea un clima interior especial. Al contrario de lo que pasa en campo abierto, aquí hay menos humedad ambiental, menos viento y una intensidad de luz menor.

“A media hora de la casa hay cerros y bosques tupidos donde voy a respirar profundo cuando me ahoga la angustia o me agobia el cansancio. El paisaje, verde, húmedo y algo sombrío, se parece al del sur de Chile, los mismos árboles centenarios, el aroma intenso de eucalipto, pino y menta salvaje, los riachuelos que en invierno se convierten en cascadas, gritos de pájaros y chillar de grillos. He descubierto un lugar solitario donde las copas vegetales forman una alta cúpula de catedral gótica y un hilo de agua se desliza con música propia entre las piedras. Allí me instalo escuchando el agua y el ritmo de la sangre en mis venas, tratando de respirar con calma y de volver a los límites de mi propia piel. En los momentos más difíciles del pasado buscaba también la soledad de un bosque.”
–Isabel Allende, en Paula, rememorando la muerte de su hija ocurrida en 1992.

Claudina Navarro e Ignacio Abella

El bosque regala un cúmulo de impresiones agradables, sin llegar al exceso de estímulos que agobia en la ciudad. En lugar de ruido de tráfico se oye aquí el canto de los pajarillos, el ruido de las hojas de los árboles y de los arbustos mecidos por el viento, tal vez un arroyo o simplemente la maravilla de la nada, del silencio puro.

La semisombra, el verde intenso o los ocres, naranjas y rojos del otoño ayudan a crear un estado de relajación a través de la mirada. Quien sea capaz de abrir los sentidos a la intensidad de la naturaleza pronto mejorará su estado y podrá soltar el lastre de todo lo negativo que lleva consigo.

Un clima terapéutico

Bajo las copas de los árboles se crea un clima interior especial. Al contrario de lo que pasa en campo abierto, aquí hay menos humedad ambiental, menos viento y una intensidad de luz menor.

Durante un paseo por el bosque se intercambian constantemente la luz con las sombras y un relativo calor con el frescor. Estos cambios estimulantes resultan curativos en numerosas patologías, de ahí que haya muchas casas de reposo y balnearios en zonas boscosas.

El aire puro de los bosques no sólo es una maravilla para la gente sana. Los afectados por alergias, asmáticos, gente con dermatitis atópica y personas con debilidad cardiaca, consiguen buenos resultados terapéuticos gracias a la permanencia en su seno. Y todos aquellos que sufren de dolores de espalda crónicos o tienen dolores articulares debido al asfalto duro, pueden pasear por la superficie amortiguada del bosque y recuperar el placer de caminar y experimentar una auténtica regeneración de sus articulaciones.

Doctor “verde”

La naturaleza nos es muy cercana. Lo que sucede es que no nos damos cuenta porque nos hemos cerrado completamente el camino hacia el verde debido a nuestro día a día lleno de estrés. Como contrapeso de la continua tensión diaria y del papel que debemos cumplir en la sociedad, necesitamos más que nunca de períodos de desconexión.

La experiencia en la naturaleza tiene un papel importante en este sentido. Numerosos estudios confirman lo esenciales que resultan las plantas y los árboles para nuestro bienestar corporal y psíquico.

Muy clarificador fue el “estudio de la ventana” de Roger S. Ulrich, de la Universidad de Delaware. Se observó la evolución de pacientes recién operados. Los que veían por la ventana un trozo de bosque con muchos árboles precisaron menos calmantes, estaban con mejor estado de ánimo y recibieron el alta antes que aquellos que miraban directamente a una pared de piedra o cemento.

Ulrich descubrió más tarde que pequeños paseos en la naturaleza ayudaban a bajar la tensión, a normalizar el ritmo cardiaco y a relajar los músculos.

A pesar de lo saludable que es la naturaleza para nosotros, nos hemos distanciado de ella. Nos movemos el 95% del tiempo en mundos artificiales que nos hemos creado: oficinas, centros comerciales, aeropuertos…un mundo de acero y cemento que nos cierra el paso al mundo natural. Solo un tercio de los niños actuales pueden distinguir cinco plantas aromáticas, una séptima parte conocen el nombre de cinco aves migratorias y una octava parte pueden reconocer un árbol por sus hojas.

Protección frente al infarto y el cáncer

El contacto con la naturaleza regala a cuerpo y alma un descanso en todo tipo de climas, incluso en las estaciones más frías. Investigadores coreanos han descubierto cómo beneficia el aire del bosque al sistema cardiovascualar. 43 mujeres mayores pasearon diariamente una hora por el bosque mientras 19 lo hacían por la ciudad. Antes y después del paseo se les controlaba la tensión arterial, la capacidad pulmonar y la elasticidad de las venas.

Las mujeres que pasearon por el bosque tuvieron una baja significativa de la tensión, la capacidad pulmonar aumentó y la elasticidad de la venas mejoró. No hubo ningún cambio en aquellas que pasearon por la ciudad.

Investigadores del Nipon Medical School de Tokio descubrieron que el caminar por el bosque activaba las células defensivas killer y que ese efecto se mantenían hasta siete días después de haber hecho el paseo. Los investigadores sospechan que el efecto se debe a los llamados fitoncidas, sustancias volátiles y no volátiles producidas por plantas y árboles. Una suerte de aroma-terapia natural in situ, que relaja y activa el sistema inmunitario.

Los convalecientes también deben valorar el poder curativo del bosque. Haciendo una encuesta a 335 pacientes en rehabilitación en diez centros enclavados en zonas boscosas, más de tres cuartas partes reconocieron que los paseos por el bosque eran de las cosas que más les habían ayudado a su recuperación.

“A media hora de la casa hay cerros y bosques tupidos donde voy a respirar profundo cuando me ahoga la angustia o me agobia el cansancio. El paisaje, verde, húmedo y algo sombrío, se parece al del sur de Chile, los mismos árboles centenarios, el aroma intenso de eucalipto, pino y menta salvaje, los riachuelos que en invierno se convierten en cascadas, gritos de pájaros y chillar de grillos. He descubierto un lugar solitario donde las copas vegetales forman una alta cúpula de catedral gótica y un hilo de agua se desliza con música propia entre las piedras. Allí me instalo escuchando el agua y el ritmo de la sangre en mis venas, tratando de respirar con calma y de volver a los límites de mi propia piel. En los momentos más difíciles del pasado buscaba también la soledad de un bosque.” –Isabel Allende, en Paula, rememorando la muerte de su hija ocurrida en 1992.  Claudina Navarro e Ignacio Abella  El bosque regala un cúmulo de impresiones agradables, sin llegar al exceso de estímulos que agobia en la ciudad. En lugar de ruido de tráfico se oye aquí el canto de los pajarillos, el ruido de las hojas de los árboles y de los arbustos mecidos por el viento, tal vez un arroyo o simplemente la maravilla de la nada, del silencio puro.  La semisombra, el verde intenso o los ocres, naranjas y rojos del otoño ayudan a crear un estado de relajación a través de la mirada. Quien sea capaz de abrir los sentidos a la intensidad de la naturaleza pronto mejorará su estado y podrá soltar el lastre de todo lo negativo que lleva consigo.  Un clima terapéutico  Bajo las copas de los árboles se crea un clima interior especial. Al contrario de lo que pasa en campo abierto, aquí hay menos humedad ambiental, menos viento y una intensidad de luz menor.  Durante un paseo por el bosque se intercambian constantemente la luz con las sombras y un relativo calor con el frescor. Estos cambios estimulantes resultan curativos en numerosas patologías, de ahí que haya muchas casas de reposo y balnearios en zonas boscosas.  El aire puro de los bosques no sólo es una maravilla para la gente sana. Los afectados por alergias, asmáticos, gente con dermatitis atópica y personas con debilidad cardiaca, consiguen buenos resultados terapéuticos gracias a la permanencia en su seno. Y todos aquellos que sufren de dolores de espalda crónicos o tienen dolores articulares debido al asfalto duro, pueden pasear por la superficie amortiguada del bosque y recuperar el placer de caminar y experimentar una auténtica regeneración de sus articulaciones.   Doctor “verde”  La naturaleza nos es muy cercana. Lo que sucede es que no nos damos cuenta porque nos hemos cerrado completamente el camino hacia el verde debido a nuestro día a día lleno de estrés. Como contrapeso de la continua tensión diaria y del papel que debemos cumplir en la sociedad, necesitamos más que nunca de períodos de desconexión.  La experiencia en la naturaleza tiene un papel importante en este sentido. Numerosos estudios confirman lo esenciales que resultan las plantas y los árboles para nuestro bienestar corporal y psíquico.  Muy clarificador fue el “estudio de la ventana” de Roger S. Ulrich, de la Universidad de Delaware. Se observó la evolución de pacientes recién operados. Los que veían por la ventana un trozo de bosque con muchos árboles precisaron menos calmantes, estaban con mejor estado de ánimo y recibieron el alta antes que aquellos que miraban directamente a una pared de piedra o cemento.  Ulrich descubrió más tarde que pequeños paseos en la naturaleza ayudaban a bajar la tensión, a normalizar el ritmo cardiaco y a relajar los músculos.  A pesar de lo saludable que es la naturaleza para nosotros, nos hemos distanciado de ella. Nos movemos el 95% del tiempo en mundos artificiales que nos hemos creado: oficinas, centros comerciales, aeropuertos…un mundo de acero y cemento que nos cierra el paso al mundo natural. Solo un tercio de los niños actuales pueden distinguir cinco plantas aromáticas, una séptima parte conocen el nombre de cinco aves migratorias y una octava parte pueden reconocer un árbol por sus hojas.  Protección frente al infarto y el cáncer  El contacto con la naturaleza regala a cuerpo y alma un descanso en todo tipo de climas, incluso en las estaciones más frías. Investigadores coreanos han descubierto cómo beneficia el aire del bosque al sistema cardiovascualar. 43 mujeres mayores pasearon diariamente una hora por el bosque mientras 19 lo hacían por la ciudad. Antes y después del paseo se les controlaba la tensión arterial, la capacidad pulmonar y la elasticidad de las venas.  Las mujeres que pasearon por el bosque tuvieron una baja significativa de la tensión, la capacidad pulmonar aumentó y la elasticidad de la venas mejoró. No hubo ningún cambio en aquellas que pasearon por la ciudad. Investigadores del Nipon Medical School de Tokio descubrieron que el caminar por el bosque activaba las células defensivas killer y que ese efecto se mantenían hasta siete días después de haber hecho el paseo. Los investigadores sospechan que el efecto se debe a los llamados fitoncidas, sustancias volátiles y no volátiles producidas por plantas y árboles. Una suerte de aroma-terapia natural in situ, que relaja y activa el sistema inmunitario.  Los convalecientes también deben valorar el poder curativo del bosque. Haciendo una encuesta a 335 pacientes en rehabilitación en diez centros enclavados en zonas boscosas, más de tres cuartas partes reconocieron que los paseos por el bosque eran de las cosas que más les habían ayudado a su recuperación.

La salud verde

Podemos deducir que la salud de los bosques y los paisajes está estrechamente relacionada con la salud de sus moradores. El investigador francés Marc Bonfils ha estudiado en profundidad los desastrosos efectos del desmantelamiento de la red de setos en Bretaña y otras regiones: la salud del paisaje, el ganado y los cultivos se ven afectadas (descenso de pluviometría, erosión, adversidades climatológicas, aumento de las plagas y enfermedades…).

Pero la deforestación tiene también efectos directos a nivel físico y espiritual sobre el ser humano: “La salud humana y también el clima social de los pueblos han sido perturbados con la destrucción de la red arbolada por la concentración parcelaria. Las relaciones entre los agricultores se han degradado y han degenerado a veces en violentos conflictos. La tasa de suicidios aumenta. En cuanto a los paisajes, antaño variados y acogedores, se han convertido en austeros e inhóspitos” (M. Bonfils, Les haies). No parece sencillo establecer una relación matemática entre aquellas causas y estos efectos, sin embargo, cada vez resulta más evidente que los efectos de los árboles sobre la salud psíquica de los hombres son profundos.

Crecer con los árboles

A un nivel global, diríamos que es la salud planetaria la que influye sobre nuestra propia salud, bienestar, economía… De ahí la importancia del árbol por sus funciones como guardián de distintos equilibrios. Pero existe una relación mucho más directa entre la presencia de árboles y la salud humana. Es cierto, los esquimales pueden vivir toda su vida sin ver un solo árbol. Pero cada vez se demuestra científicamente de forma más clara el efecto benéfico de crecer con árboles. Un hecho bien conocido ya por Hipócrates, que enseñaba y curaba bajo un enorme plátano.

Recientes investigaciones avalan las funciones del árbol en la salud física y psíquica de los hombres. Los paisajes urbanos sin árboles propician una mayor angustia, tristeza, irritación o estrés. Incluso con criterios empresariales se utilizan las plantas y los árboles porque favorecen el bienestar y la concentración y se aconseja su presencia en los puestos de trabajo para aumentar la productividad y el bienestar.

Vitamina G

También se ha demostrado mediante estudios científicos los efectos de los árboles sobre los niños que en un entorno arbolado desarrollan más rápidamente capacidades cognitivas y mejoran su aprovechamiento escolar. Y, en general, su efecto benéfico en las ciudades se traduce incluso por una reducción de la criminalidad.
Las personas enfermas y los ancianos que pasan tiempo en los parques naturales duermen mejor, precisan menos medicación y están más tranquilos

Por su parte, en Suecia, Grahn ha realizado investigaciones sobre la importancia de los parques en la ciudad, demostrando la función sobre la salud de enfermos y ancianos que pasan tiempo en estos espacios y se sienten más felices, duermen mejor, precisan menos medicación y están más tranquilos. Se continúa estudiando a niveles muy diferentes, y de forma coloquial se ha denominado “vitamina G” (que nada tiene que ver con la B2 que también recibe este nombre) al conjunto de efectos benéficos de los espacios verdes que tanto influyen en nuestro bienestar.

Las investigaciones de la doctora Fraces Kuo del Laboratorio de Paisaje y Salud de la Universidad de Illinois demuestran también el efecto de estos espacios sobre la sociedad, que no están tan relacionados con el hecho de salir al aire libre para hacer ejercicio como con la simple contemplación de estas áreas verdes que ayudan a restaurar la mente cargada. Menor delincuencia y conflictividad y mayor sentido comunitario son algunos de los beneficios y sus investigaciones han servido ya para que la ciudad de Chicago apueste por una inversión muy significativa en estos espacios.

La dulce paz de los bosques

Es curioso que hayamos tenido que destruir los bosques y crear nuevos espacios verdes para descubrir cuánto necesitamos al árbol. Que necesitemos recurrir a la ciencia para demostrar lo que es evidente. Y en este sentido merece la pena también que valoremos la experiencia emocional y espiritual que nos lleva a admirar los árboles del parque o del bosque de un modo tan natural como lo hacen los niños.

La inspiración científica y poética ha anidado siempre al pie de los árboles para los poetas y filósofos de todos los tiempos. Los beneficios espirituales que percibimos, casi siempre de forma inconsciente, nos hacen regresar una y otra vez a la dulce paz de los bosques. Y el bosque nos proporciona también arraigo y querencia, identificación. Y siempre que nos adentramos para buscar la inspiración o resolver una difícil cuestión, terminamos entendiendo que en los bosques no se encuentran respuestas, tan solo algunas certezas y muchas más preguntas.

Por todo esto y seguramente mucho más, merece la pena implicarse y tomar la iniciativa para recuperar los árboles en la ciudad y en los campos. Trabajar en este sentido retomando la iniciativa y participación ciudadana en un tema que nos corresponde por derecho y por responsabilidad.

Decía Forges en una de sus inolvidables frases: “Haz mundo, planta árboles”. Nos gustaría también añadir: ¡Haz futuro, planta árboles! Porque el futuro crece sobre las raíces del presente y es más necesario que nunca tejer y retejer las delicadas tramas de la vida y en algunos casos, desgraciadamente, recomenzarlas desde el principio. Un futuro con árboles es el patrimonio en deuda a las generaciones que vendrán.

Fuente: mundonuevo.cl

por EcoInventos 8 de noviembre de 2018

Los huertos circulares son una alternativa de producción que se está aplicando actualmente en sur del Tolima, Colombia. Esta práctica se ha convertido en una estrategia fácilmente adoptada por las comunidades de esta zona. Pueden producir de manera rápida, mejorar las condiciones del suelo, ayudar con la diversidad del cultivo, regular el clima y por supuesto, incentivar el trabajo comunitario.

Es una iniciativa que ha sabido demostrar sus bondades y beneficios a todas las comunidades y familias que la han implementado.

Este método es una práctica de las comunidades indígenas Pijaos, siendo la cosmovisión que ellos han desarrollado en su espacio geográfico y cómo a partir de este son ellos los que han puesto su acento en buscar nuevas formas de producir en armonía con la naturaleza. Estas vías son realmente importantes en zonas tan secas y con altas temperaturas como la que se encuentran en el sur del Tolima.

¿Cómo se construye un huerto circular?

Primero selecciona un lote plano con drenaje y que esté condicionado para las necesidades del cultivo, luego se limpia el área de arbustos, rastrojo y pasto para elegir un centro o punto de partida. A partir del centro se miden 90 centímetros y se traza una circunferencia. Luego se miden 60 centímetros y se traza una segunda circunferencia, seguida de una tercera a los 130 centímetros. A partir de ahí, se sigue repitiendo el patrón 60/130 hasta donde finalmente se quieran proyectar estos anillos del huerto.

Se hace un canal recto de acceso que atraviesan los anillos que miden 60 centímetros de ancho, marcando las circunferencias para no perder el diseño y se empieza a picar el primer zanjón entre las medidas de 90 centímetros. La tierra se apila sobre los círculos formando terraplenes y camellones. Finalmente se empareja la tierra, se aplica bono orgánico y se riega para proceder a sembrar, aplicar el mando de bosque y ubicar las hojas de cobertura.

Básicamente el huerto circular tiene esta forma porque en primer lugar, lo que hace es airear el suelo a través de estos camellones y darle una profundidad más efectiva. Una vez que se han hecho las zanjas a la parte superior donde se encuentra toda la tierra que se ha removido, se le aplica materia orgánica a fin de mejorar la cantidad de nutrientes que tiene el suelo. Estos últimos se pueden observar en la gran entidad de micro-organismos y lombrices que no solamente se incorporan al sistema, sino que también se desarrollan en torno a este.

por Raul Manisse 29 de septiembre de 2018

Raul Mannise

Puede parecer algo un tanto loco o una cosa de hippies, pero los beneficios generados a nuestro salud por la simple acción de abrazar a un árbol y entrar en contacto con él, se han demostrado científicamente. Este fue uno de los temas tratados por Matthew Silverstone, en su libro “Cegados por la ciencia”.

En esta publicación, Silverstone explica cómo el acto de abrazar a los árboles impacta sobre el cuerpo humano. Según varios estudios académicos utilizados por él, es una cuestión de vibración. Todo vibra con diferentes intensidades y formas,lo que afecta a todos los sistemas biológicos, incluidos el nuestro.

Para entender mejor cómo funciona esto, el autor usa el ejemplo del agua. Al beber un vaso de agua, que tiene una vibración de 10 Hz, la vibración de la sangre se ve afectada inmediatamente. Lo mismo se aplica al contacto con la naturaleza, en especial por el tacto.

Los estudios han demostrado que esta influencia contribuye a mejorar la salud y puede contribuir al tratamiento de enfermedades comunes, tales como la depresión, dolores de cabeza, hiperactividad y déficit de atención.

Este intercambio de vibraciones también parece ser una explicación muy plausible para la influencia positiva que ejerce el caminar en el parque o dedicarse a cuidar el jardín o plantar un huerto, en el estado de animo de las personas.

Fuente: ecocosas.com
por Mauricio Maldonado 29 de septiembre de 2018
Ya hay algunas viviendas que sirven de ejemplo para seguir y que demuestran que es posible conseguir una vivienda 100% autosuficiente en la que disfrutar con comodidad, sin restricciones en la calidad de vida.
por energiacasera.wordpress.com 21 de agosto de 2018
Una manera sencilla de hacer tu biodigestor
por Mauricio Maldonado 14 de agosto de 2018

La lombricultura es una actividad basada en criar a una especie domesticada de lombriz (Eisenia foetida) como una herramienta de trabajo, obteniendo como resultado lombricompuesto, carne y harina de lombriz.

La lombricultura se puede aplicar en vario ámbitos, principalmente en:

Lombricultura doméstica  practicada por personas con alto sentido de la ecología que reciclan sus residuos domésticos, de cocina y jardín.

Para el tratamiento de residuos orgánicos contaminantes, tales como restos de cosechas, desperdicios de restaurantes, estiércoles, residuos industriales de origen orgánico (mataderos, papeleras, agro industrias...), etc.

La lombricultura como una actividad empresarial, con la finalidad de obtener composta para su comercialización, venta de las proteínas de las lombrices, o para el tratamiento de residuos.

Ventajas de la lombricultura

 

  • El origen de la cría intensiva de lombrices rojas californianas se dio a partir de los años 50 en California (EEUU). Hasta hoy es la especie más cultivada en el mundo entero dada su rusticidad, tolerancia a los factores ambientales (pH. temperatura, humedad), potencial reproductor y capacidad de apiñamiento.
  • Existe una gran demanda de lombrices y humus de lombriz en Europa, mientras que los mercados potenciales para la exportación son pocos entre ellos África, Arabia y Asia.
  • La cría de lombrices no requiere grandes inversiones, espacios, infraestructura ni tiempo.
  • Quienes practican la lombricultura directa o indirectamente, están ayudando a mejorar la calidad de los suelos de nuestro planeta de manera natural y económica, aportando a la reposición del humus, elemento indispensable para la vida vegetal.
  • A través del humus de lombriz se restauran tierras que han sido devastadas por la erosión continua producida por ciertas explotaciones agrícolas, el uso continuo de fertilizantes artificiales, y muchos otros factores degradantes.
  • Un suelo sano con ayuda de las lombrices, provee a la ganadería de proteínas de alta calidad y bajo costo.
  • Para un productor agropecuario, la cría de lombrices puede ser doblemente benéfico, por un lado la lombrices se harán cargo de los desechos orgánicos de sus animales y hasta los transformarán en humus, por lo que también puede dedicarse a la venta de lombrices y humus.
  • Si su actividad está orientada a la horticultura o floricultura, puede utilizar el humus para fertilizar sus tierras.
  • El humus se puede vender en viveros y a los campos donde se practica deportes como golf, fútbol, etc.
  • La harina de lombriz contiene del 60 al 80% de proteína cruda que le ubica como uno de los alimentos de mayor calidad que se pueda encontrar en la naturaleza. Sus propiedades se pueden utilizar para producir carne de altísima calidad y a muy bajo costo; con una rentabilidad y productividad no alcanzada jamás por otra actividad destinada a la obtención de carne.
  • La carne de lombriz se puede utilizar en forma cruda y directa como cebo para peces, como complemento proteico para aves, peces, ranas, cerdos.
  • Por sus propiedades , existen alternativas que ofrece a la lombriz roja para la alimentación humana.
  • De la lombriz se pueden obtener otros productos base para la industria farmacéutica. A partir del líquido celomático, se han producido antibióticos para uso humano.
  • Características como el no sangrar al producirse un corte de su cuerpo y ser totalmente inmune al medio contaminado en el cual vive, como la elevada capacidad de regeneración de sus tejidos, son motivos de investigación para la aplicación en el ser humano.

Descarga Manual Lombricultura AQUÍ
por Sofía Beuchat 13 de agosto de 2018

Todos hemos sentido alguna vez que estar en un entorno natural no solo es muy agradable, sino que además nos hace sentir mejor y nos carga las pilas. ¿Por qué nos pasa esto? Evidencia reciente comprueba que al rodearnos de árboles y aire puro sufrimos menos ansiedad y menos depresión, entre muchos otros beneficios.

Mirar el horizonte desde la cima de una montaña, al atardecer. Caminar por un bosque húmedo, sintiendo el olor de las hojas mojadas después de la lluvia. Meter los pies en las arenas de una playa silenciosa y sentir la brisa del mar chocando con nuestra cara. Respirar aire ciento por ciento puro, con los ojos cerrados, y sentir cómo nos limpia los pulmones. ¿Habrá algo más rico que disfrutar de la naturaleza, solos, en pareja o en familia?

Todos hemos sentido alguna vez que estar en un entorno natural nos carga las pilas. No necesariamente tiene que ser en un lugar verde, como se podría pensar: también salimos como nuevos después de estar un par de días en lugares áridos como el desierto o la montaña, donde la amplitud de los paisajes aquieta nuestros espíritus, usualmente agitados con el apuro de la vida urbana.

No se trata solo de conjeturas o de experiencias empíricas: cada vez hay más investigaciones científicas que comprueban cómo y por qué nos hace tan bien rodearnos de naturaleza

La finlandesa Eeva Karjalainen, del Finish Forest Research Institute, es una de las científicas que más han estudiado el tema. Según sus hallazgos, el contacto con la naturaleza reduce la ansiedad y agresividad, mejora el ánimo y aumenta la sensación general de bienestar. Además, la doctora concluyó que la gente que vive en entornos naturales se recupera más rápidamente de situaciones estresantes.

Esto, explica, tiene que ver con asuntos físicos: la tensión muscular, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y el nivel de hormonas asociadas con el estrés se normalizan con más facilidad en espacios naturales que en los urbanos. Es, simplemente, volver a nuestra esencia profunda. Pero también hay explicaciones más holísticas, que sugieren que al entrar en contacto con la naturaleza los seres humanos nos sentimos como una parte del universo y nos conectamos con la divinidad. Según la revista estadounidense Science Daily, esta sensación de pertenencia nos ayuda a superar el aislamiento y desarrollar habilidades ‘blandas’, como la empatía, la flexibilidad y la capacidad de aceptar la crítica, que nos hacen vivir de manera más feliz.

La Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, California, también ha reunido evidencias en este sentido. En su página web oficial, apunta: “Es muy posible que los médicos terminen por recetar una caminata por el bosque en vez de la ingesta de medicamentos para tratar algunos males”, dice, y rescata el concepto de ‘desorden por déficit natural’, creado por el doctor Richard Louw. Según este médico, en espacios con naturaleza pensamos mejor, somos menos hiperactivos, sufrimos menos ansiedad y menos depresión. O sea: se suma lo positivo, se resta lo negativo.

Peso y psicología

Esto de rodearse de naturaleza tiene que ver también con el bienestar del cuerpo. Todo indica que al vivir cerca de parques hacemos más vida al aire libre. Jugar a la pelota suele desplazar los sedentarios videojuegos y la bicicleta se convierte con más facilidad en un medio de transporte apto para incorporar en la vida diaria. Además, caminar rodeada de edificios no tiene el sabor agradable de andar a pie bajo la sombra de los árboles o sintiendo el ruido de un riachuelo. ¡No por nada se habla de las ciudades como selvas de cemento!

Un estudio holandés publicado el 2003 por la revista Journal of Environmental Psychology confirmó que mientras más verde sea el entorno, más actividad física se practica. Faltaba, entonces, comprobar que esta relación tiene un efecto directo en el peso corporal promedio de los habitantes de zonas en las que abunda la naturaleza. Por eso, un grupo de científicos de la Universidad de East Anglia, Inglaterra, relacionó los índices de obesidad y sobrepeso con los de accesos a áreas verdes. Los resultados, publicados en revistas científicas el 2010, confirmaron sus sospechas: las personas que viven alejadas de parques y plazas tienen un 27% más de incidencia de sobrepeso. Es un porcentaje altísimo, considerando lo difícil que es perder esos kilos de más y lo bien que su pérdida les hace a nuestra salud y autoestima.

“Estos hallazgos a veces nos hacen preguntarnos: ¿realmente necesitábamos que un científico nos diga esto?”, apunta la revista Science Daily, sorprendida por el hecho de que los seres humanos necesitemos tanta evidencia para reparar en algo que pareciera ser una perogrullada como decir que la naturaleza nos hace bien. Pero la información disponible es tan potente que hoy incluso hay una nueva corriente psicológica que invita a recurrir al mundo verde con fines terapéuticos: la ecosicología.

“Su principal postulado es que lo que es bueno para el hombre y lo que es bueno para la naturaleza están más cerca de lo que se cree”, explica Mary Gomes, psicóloga y académica de la Sonoma State University, EE.UU., en la revista Insights, publicada por su universidad. “Muchos de los cambios que llevan a una vida más satisfactoria y con más sentido también promueven un lazo más sostenible y sensible con la tierra. Del mismo modo, en muchos procesos responsables de la destrucción ecológica está la raíz del sufrimiento psicológico humano”.

Según la especialista, la ecosicología no solo invita a estar más en contacto con la naturaleza, sino que además propone una vida con menos consumo y hábitos alineados con los ritmos propios de la madre natura. Una invitación que, sin duda, vale la pena.

 

Diarioecologia.com

por Milagrosc 13 de agosto de 2018

Si Celine Costeau, la nieta del explorador más famoso de la era moderna, difunde la importancia del turismo responsable para minimizar nuestro impacto, y entiende la importancia de preservar el medio ambiente y las culturas nativas de todo el mundo, porque no seguir su ejemplo y repensar:

¿Como colaboramos con la preservación del medio ambiente en el cual nos sumergimos como viajeros momentáneos?

Armada con imágenes satelitales que evidencian que los asentamientos humanos son ahora manchas cafés en espacios que solían ser verdes, se dispone a educar al mundo sobre la importancia del impacto ambiental que genera el turista al viajar.

Si bien cada día adquiere más vigencia la conciencia de que cada parte del planeta se encuentra conectada, como los seres que habitamos en ella, la influencia de ésta sobre nuestras elecciones diarias resulta algo dudosa.

Desde los alimentos que elegimos, hasta la decisión que realizamos al escoger una compañía de turismo, se encuentra indiscutiblemente relacionada con la responsabilidad planetaria.

Es por eso que, encontramos oportuno tener en cuenta algunas claves para sostener la responsabilidad turística de los incansables viajeros y considerar que:

 

  • La opción de viajar responsablemente ofrece la posibilidad de realizar voluntariados que promueven la interacción con la naturaleza, el cuidado de animales o la reforestación en áreas claves entre otras opciones muy interesantes.
  •  La inclusión del uso de las lenguas locales en los servicios ofrecidos así como el respeto por las tradiciones culturales propias del lugar no solo mejoran la calidad ­­de nuestro viaje, sino que también forman parte del desarrollo local.
  •  Adaptarse a la oferta local minimiza el transporte de materiales y alimentos, ya que parte ­­­­­­­importante de los servicios (como ser comida e instalaciones) provienen del exterior.
  •  Tener en cuenta el “escaparate” que convierte a los espacios protegidos, en mero reclamo publicitario de desarrollos hoteleros e inmobiliarios, e informarnos sobre nuestra elección en el momento de reservar un determinado espacio.

 

Gran parte de los destinos turísticos desaparecerán debido al estrés hídrico, la devastación de los biomas esenciales y el cambio climático, por lo tanto, el tiempo de actuar es ahora.

Apelemos a la concienciad humana y a la sensibilidad social, para hacer de este mundo, un verdadero hogar que logre acogernos responsablemente a todos.

 

La Bioguia

por Eco Habitat 10 de agosto de 2018
Las piscinas ecológicas son una buena opción para las personas preocupadas por no estar en contacto con productos químicos y tóxicos.
por Mauricio Maldonado 9 de agosto de 2018

El Turismo ecológico  o ecoturismo  es una nueva tendencia del Turismo Alternativo diferente al Turismo tradicional. Es un enfoque para las actividades turísticas en el cual se privilegia la sustentabilidad, la preservación, la apreciación del medio (tanto natural como cultural) que acoge y sensibiliza a los viajantes.

Aunque existen diferentes interpretaciones, por lo general el turismo ecológico se promueve como un turismo "ético", en el cual también se presume como primordial el bienestar de las poblaciones locales, y tal presunción se refleja en la estructura y funcionamiento de las empresas, y cooperativas que se dedican a ofrecer tal servicio.

Debido a su auge el ecoturismo ya se convirtió en el segmento de más rápido crecimiento y el sector más dinámico del mercado turístico a escala mundial. Este movimiento apareció a finales de la década de 1980, y ya ha logrado atraer el suficiente interés a nivel internacional, al punto que la ONU dedicó el año 2002 al turismo ecológico.

por Diario Ecología 9 de agosto de 2018

Todas las plantas son útiles, todas tienen un rol y un papel en el armónico balance de la naturaleza. Pero hay una planta que el hombre ha podido realmente sacarle provecho y explotarla de manera sostenible, gracias a sus propiedades que incluyen rápido crecimiento, poca necesidad de agua y fácil tratamiento.

El bambú es uno de los recursos naturales mas versátiles, maleables y eco amigables que existen. Gracias a estas cualidades se hacen de bambú: casas de muñecas, coches, aros de lentes, recipientes para composta, teclados y ratones, bocinas, secadores de ropa, bicicletas, utensilios de cocina, se construyen casas y hasta ordenadores.

El Bambú (Phyllostachys bambusoides) es reconocida mundialmente como la planta que tiene mayor cantidad de usos para el ser humano. ¡Imagínate que tan solo los japoneses han descubierto más de 1.500 maneras para usarla!.

Y es que realmente esta planta de climas tropicales sirve para todo. Es medicinal: con una poción de bambú se alivia el ataque de asma, con su savia se calma la piel irritada… Pero además de curar enfermedades, el Bambú también nos puede alimentar: los orientales preparan platillos exquisitos con los tallos tiernos de la planta, de los cuales por cierto se alimentan muchos mamíferos de los bosques tropicales.

Para la artesanía y la industria esta planta es igualmente beneficios: la fibra del bambú es tan delicada que sirve para hacer las agujas de los tocadiscos, o para fabricar papel, pero al mismo tiempo es un material fuerte para hacer cables, acueductos, puentes, escaleras, muebles, cercas y más.

Son muchas sus ventajas comparadas con otras especies arbóreas: el bambú es fácil de trasportar por su forma y por ser liviano; es resistente a la tensión, a la compresión y a la flexión.

Sus propiedades anti-sísmicas lo hacen un material de construcción ideal para viviendas. Su utilización en edificaciones turísticas -como hoteles y clubes- es cada vez más frecuente, gracias a su elegante rusticidad, su diseño biodinámico y su potencial estructural para cubrir grandes espacios públicos a bajo costo.

Presente en las regiones ecuatoriales de América, Asia y África, el Bambú puede llegar a crecer hasta 1,21 metros en un solo día. Sin embargo, el mejor momento para cosecharla varía entre 3 y 6 años, época en que adquiere su máxima resistencia, dependiendo de las condiciones climáticas, la altitud sobre el nivel del mar y el tipo de suelos en los cuales la planta de Bambú haya crecido.

Diarioecologia.com


Descarga Manual Industrialización Bambú AQUÍ

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